El 16 de octubre de 1857, Manuel Murillo Toro asume como Presidente del Estado Soberano de Santander, hace 165 años. Columna de Jorge Ancizar Cabrera
“Yo quiero asegurar la paz por medio de la equidad y del bienestar general”…””La paz con libertad y por la libertad”.Manuel Murillo Toro.
Un día cómo hoy el 16 de Octubre de 1857, el doctor Manuel Murillo Toro, asumió la Presidencia del Estado de Soberano de Santander y declaró a la Villa de Bucaramanga, como la capital del mismo. Nació el 1 de enero de 1816, en Chaparral, Tolima y falleció el 26 de diciembre de 1880, a la edad 64 años. Fue su Padre: José Joaquín Murillo y Velarde, su Madre: María Teresa Toro Nieto y su Esposa: doña Ana Roma y Cabarcas.
Estudió su primaria en Chaparral, su ciudad natal, los estudios secundarios en el Colegio San Simón de Ibagué y los estudios superiores los realizó en el Colegio de San Bartolomé, y en el año 1836 obtuvo su título de Abogado
Igualmente fue Presidente de Colombia, en dos oportunidades, su primer período de gobierno lo desempeñó entre 1864 a 1866 y el segundo lo ejerció entre 1872 a 1874, era una persona reposada con visión progresista, pensador liberal, educador, periodista y estadista por sus dotes de excelente administrador. En el año de 1864 al comienzo de su gobierno funda el Diario Oficial. Además se decretó el 20 de julio como Fiesta Nacional y Día Histórico y conforme a la Comisión Corográfica se hicieron los primeros mapas del territorio nacional.
Sabiamente el Presidente de Colombia doctor Manuel Murillo Toro proclamó en 1864: “Centralización y despotismo nacieron el mismo día y con ellos, la miseria, y la ignorancia de las multitudes”.
También el doctor Manuel Murillo Toro, fue conocido como el padre de las telecomunicaciones con la traída al país del telégrafo, el padre de la primera reforma agraria de los censos y el promotor de la descentralización fiscal, siendo Secretario de Hacienda del Presidente José Hilario López, presentó al Congreso de 1850 la reforma tributaria que buscaba, no sólo una rectificación fundamental del sistema tributario de la colonia, sino fortalecer la economía de las provincias, dotándolas de recursos suficientes para su administración autónoma.
El doctor Manuel Murillo Toro fué un ideólogo de los grandes acontecimientos del liberalismo con su propuesta de justicia social, como base fundamental de su ideario expresado en su pensamiento de su época, así:
“Una de las causas más hondas de perturbación en la distribución de la riqueza y en la generación de la miseria de muchos millones de hombres, está en la viciosa constitución de la propiedad en el mundo. Es comparativamente insignificante el número de trabajadores que pide su subsistencia al comercio y a la manufacturas: no llega probablemente a la centésima parte de la población útil del globo; la gran masa tiene que pedirla directamente a la tierra, a la agricultura propiamente dicha, la minería, la pesca y las industrias extractivas; y si la tierra desierta o inculta se encuentra en todas partes ya apropiada; si unos pocos, como sucede ya entre nosotros, tienen ya adquirido el derecho de impedir la accesión del género humano al desierto, la gran masa tiene forzosamente que caer en la miseria o en la servidumbre”.
En la parte final de su discurso presidencial, cuando se posesionó por segunda vez como Presidente, el día 1 de abril de 1872, manifestó: “Así es verdad, y así comprendo la situación y debo añadir que estamos llamados a ser un gran pueblo si sabemos ser Republicanos, es decir, sumisos a la ley, respetuosos al derecho ajeno; si cultivamos la moralidad pública y privada, y damos al trabajo estímulos y seguridad. Si no me equivoco en la interpretación del voto que me trae de nuevo a la Presidencia de la Unión, la aspiración nacional cuya satisfacción se ha buscado en la elección, es la de conservar la paz por el respeto a todo derecho y a toda opinión, la de consolidar el régimen federal por su estricta aplicación y la de desenvolver en la mayor escala posible y en la esfera de acción del Poder Federal, el desarrollo de los intereses materiales. Puedo prometer una consagración absoluta a obtener la satisfacción de estos deseos, porque están en perfecta consonancia con mis convicciones íntimas y ardorosas y porque su alcance colmaría mi ambición.