Este fenómeno que sigue expandiéndose debido a que no existen garantías, ni políticas públicas implementadas de manera oportuna y asertiva por parte del Estado
Resultado de un trabajo de la Unidad de Investigación del Politécnico Grancolombiano
Juan Manuel Núñez, asesor de la Dirección de Política de Drogas y Actividades Relacionadas del Ministerio de Justicia, en entrevista para la Unidad, analizó que entre más aislado se deje a la población migrante de los servicios institucionales o de la acogida por parte de la comunidad colombiana, más a merced de los criminales van a estar, ya que ellos actúan rápido ofreciéndoles protección y empleo, para lograr sacar provecho de su condición.
Los niños, niñas y adolescentes migrantes se han venido convirtiendo en las víctimas elegidas por las bandas de microtráfico colombianas, una problemática alarmante que traspasa las barreras y afecta a más de un país.
La Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano, realizó una investigación que reveló cómo los menores de edad migrantes están siendo involucrados en este lucrativo negocio. Son elegidos porque son las ‘fichas perfectas’ para encargarse de la venta y distribución de sustancias psicoactivas, al reducir el riesgo de pérdida, debido a que los menores pasan desapercibidos ante las autoridades.
Es claro que la migración de personas venezolanas, en extremas condiciones de pobreza, es aprovechada porque representa mano de obra barata, lo que ha ocasionado aumentos significativos anuales en las cifras de aprehensión. Según datos entregados por la Policía Nacional a la UIP, en los últimos seis años, 418 menores de edad de nacionalidad venezolana han sido aprehendidos, lo que evidencia el interés de las estructuras delictivas por esta población vulnerable. En ocasiones son engañados y seducidos aprovechando su necesidad de tener una vida con mejores condiciones económicas; pero, en otras, son obligados de forma violenta. Además, se aprendieron 7 menores ecuatorianos, 2 peruanos y 2 panameños.
Juan Manuel Núñez, asesor de la Dirección de Política de Drogas y Actividades Relacionadas del Ministerio de Justicia, en entrevista para la Unidad, analizó que entre más aislado se deje a la población migrante de los servicios institucionales o de la acogida por parte de la comunidad colombiana, más a merced de los criminales van a estar, ya que ellos actúan rápido ofreciéndoles protección y empleo, para lograr sacar provecho de su condición.
Entre tanto, Claudia Sánchez, directora técnica de Visión Mundial, le contó a la UIP que le llama la atención los lugares fronterizos de Colombia como espacios carentes de presencia Estatal y, por lo tanto, con dominios de estructuras delictivas: “Un ejemplo es Buenaventura (Valle del Cauca). Es un puerto, y ahí influyen muchos intereses y el control que tienen los diferentes grupos, y el peligro que representan para muchos niños, niñas y adolescentes principalmente, porque están en un bando o están en el otro, y si no pues van y los matan, y eso es una realidad”.
Estos datos reflejan una cruda realidad, donde las bandas de microtráfico ejecutan dinámicas a costa de la vulnerabilidad de los menores de edad y se convierten en uno de los mayores y más graves flagelos que azotan el equilibrio social, al atentar contra el bienestar, sacar provecho de la necesidad, inocencia, falta de control parental, núcleos uniparentales, situaciones complejas y dificultades en el proceso de escolarización de los niños, niñas y adolescentes que se ven involucrados.