“No marginar a los abuelos, porque ellos se han sacrificado por nosotros” pidió el Papa Francisco en la eucaristía dominical
En su predicación, el Papa Francisco invitó crecer juntos, nuevas generaciones y adultos mayores “Escuchémonos, dialoguemos, sostengámonos recíprocamente. No olvidemos a los abuelos y a los ancianos”.
Este domingo, 23 de julio, el Papa Francisco pidió no marginar a los ancianos en nuestras vidas y familias, alertando sobre el peligro de las aglomeradas ciudades convertidas en “concentrados de soledad”.
A las 10:00 de esta mañana, XVI Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre presidió en la Basílica de San Pedro la Celebración Eucarística con motivo de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Ancianos.
En su homilía, el Pontífice ilustró la parábola de la levadura y la harina que nos invita a vivir unidos y mezclados, superando “el individualismo y el egoísmo”.
“De ese modo—sostuvo Francisco—, hoy la Palabra de Dios es una llamada a vigilar para que nuestras vidas y nuestras familias no marginen a los más ancianos”.
“Estemos atentos, para que nuestras aglomeradas ciudades no se conviertan en concentrados de soledad”, dijo el Papa Francisco durante la Santa Misa que contó con la participación de 6.000 personas, incluyendo numerosos ancianos de toda Italia.
Así, exhortó a la política, “que está llamada a proveer a las necesidades de los más frágiles”, para que no se olvide “de los ancianos, dejando que el mercado los relegue a descartes improductivos”.
“No vaya a suceder que, a fuerza de seguir a toda velocidad los mitos de la eficiencia y del rendimiento, seamos incapaces de frenar para acompañar a los que les cuesta seguir el ritmo. Por favor, mezclémonos, crezcamos juntos”, expresó el Pontífice ante un público, la mayoría de ancianos, quienes estuvieron acompañados por sus nietos y familias.
Recordó que “muchas veces, gracias a una caricia” de los abuelos y ancianos “hemos vuelto a levantarnos, hemos reanudado el camino, nos henos sentido amados, sanados por dentro”.